23*/12/2021*
Yo no voy a volver a la normalidad. Ya no puedo, y de hecho tampoco quiero.
Muchas de las cosas, situaciones, pensamientos, hábitos, ideas, opiniones, que antes eran normales, han dejado de serlo para mí. Y ya no se puede volver atrás.
Quizás en su momento pensé que esta situación de aislamiento era tan solo un paréntesis para resolver un gran problema, un pequeño sacrificio para que el mundo volviese a girar de nuevo con todas sus piezas encajadas.
Ingenuo de mí (ciertamente en mi vida peco casi siempre de ingenuidad), porque ni esto era una situación de aislamiento, ni tampoco un paréntesis, ni hay nada que resolver, ni el mundo dejó de girar.
No quiero volver a la normalidad de antes, quiero y me enfrento a algo distinto; y ojo, no me refiero al mundo, a estas alturas podré hacer por él lo que me corresponde. Me refiero a mí mismo.
Me refiero a ser el de antes, a pensar como antes, a comportarme como lo hacía antes. Imposible ya. Quizás muchas personas se han puesto en pausa en la cuarentena pensando en retomar luego tal cual sus vidas, y quizás les vaya a funcionar, quién sabe.
No es mi caso. Todo en mí ha cambiado, porque me he permitido aceptar y vivir este tiempo, escuchando lo que me resonaba dentro, lo que la vida me contaba, sin pausas ni paréntesis.
Y una vez escuchado mi deseo inevitable es seguir cambiando. Porque el silencio y la soledad de este periodo ha puesto frente a mis ojos y mi alma muchas evidencias que antes no veía, y una vez vistas decido incorporarlas a mi vida y sacarlas partido.
El silencio y la soledad, dos enormes maestros.
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